Albert Camus, 100 años

Publicado originalmente en "Moleskine literario". Aquí tienes el enlace.

Anticipándose a su centenario, la revista El Cultural ha hecho un homenaje al gran narrador francés Albert Camus, que el 7 de noviembre cumpliría cien años. Ganador del premio Nobel de Literatura y figura central del llamado “existencialismo francés”, Camus (quien nació en Argelia), es celebrado con textos de Michel Onfray, Rafael Chirbes, Luis María Ansón, Ignacio Echevarría, y seis autores españoles que eligen su libro favorito de Camus. Además, aparecen unos aforismos inéditos de Camus, algunos de los cuales me gustaría mencionar:
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En medio de la plenitud del aire y la fertilidad del cielo, parecía que la única tarea de los hombres fuese vivir felices.

…siempre nos equivocamos dos veces con los seres queridos, primero a su favor y luego en su contra.

Quisiera poder amar a mi país amando a un tiempo la justicia. No quiero para él ninguna forma de grandeza, ni la de la sangre ni la de la mentira.

Las tiranías de hoy se han perfeccionado: ya no admiten el silencio, ni la neutralidad. Hay que pronunciarse, estar a favor o en contra. Pues bien, en ese caso, yo estoy en contra.

El deseo físico brutal es fácil. Pero el deseo al mismo tiempo que la ternura requiere tiempo. Es preciso atravesar toda la región del amor antes de encontrar la llama del deseo.

No obstante, a menudo me han dicho: no hay nada de qué sentirse orgulloso. Pero sí hay algo: este sol, este mar, mi corazón palpitante de juventud, mi cuerpo salado y este inmenso paisaje donde la ternura y la gloria se reúnen en el dorado y el azul.

Quienes se aman y deben separarse pueden vivir sumidos en el dolor, pero no hay desesperación: saben que el amor existe.
Cartel en un cuartel: “El alcohol mata al hombre y hace surgir a la bestia”, lo cual le permite entender por qué ama al alcohol

La cuestión para todos aquellos que no pueden vivir sin el arte y lo que él significa, es tan sólo saber cómo […] sigue siendo posible la extraña libertad de la creación

Junto a ellos lo que sentí no fue la pobreza, ni la indigencia, ni la humillación. […] Ante mi madre siento que pertenezco a un noble linaje: el que no envidia nada.

Admitir la ignorancia, rechazar el fanatismo, reconocer los límites del mundo y del hombre, el rostro amado, la belleza al fin, ése es el espacio en el que nos reuniríamos de nuevo con los griegos.

Cada vez que uno (que yo) cede a sus vanidades, cada vez que piensa y vive para “aparentar” se traiciona. Siempre fue la gran desgracia de querer aparentar lo que me disminuyó frente a lo verdadero.

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