"La elegancia del erizo". De Muriel Barbery.

"La elegancia del erizo". De Muriel Barbery.



Ya el nombre, para empezar, es absolutamente fantástico. Como diría la protagonista, la señora Michel, es absolutamente "wabi" (en buen japonés, se entiende. Si quieres saber lo que significa, has de leer el libro). Parece... no sé, un nombre frívolo, un tanto rebuscado. Pero es de una terrible eficacia descriptiva. Porque resume la esencia vital de una de las dos narradoras de la historia... tal como la describe la otra.
Siempre a riesgo de repetir lo mil veces dicho por la crítica literaria (no leo mucha), diré que encuentro dos virtudes fundamentales en la novela. Para empezar, presenta una visión heterodoxa, pero inteligente, de lo absolutamente cotidiano. Porque nuestro equinoderno con
faldas y nuestra pija superdotada disertan, hablan e incluso peroran sobre un montón de temas manidos, sobados, pasmosamente "habituales"... exactamente con la inteligencia y la erudición que se le suponen a una conserje y a una pre-adolescente. Es decir, mucho de la primera, en ambos casos, y más bien poco de la segunda, a pesar de la cultura aluvional e improvisada de la conserja, producto de sus muchas lecturas absolutamente asistemáticas, anárquicas e improvisadas. Y de la juventud y falta de experiencia de la segunda, por supuesto. El resultado, como es de esperarse, es una aproximación absolutamente original a todos los temas tratados.
Por otro lado, la noción misma de los dos personajes-narradores es novedosa, todo un hallazgo.
Por un lado, la sra. Michel, una portera intelectual de izquierdas, lectora de Husserl, admiradora
de las naturalezas muertas de la escuela holandesa, estudiosa del idealismo kantiano y aficionada al cine japonés y a los autores decimonónicos rusos, que recurre a veinte mil estratagemas ingeniosos para disimular su inteligencia y su erudición, impropias de una "conserje" gala. Y como contrapunto, Paloma, una "Wunderkind" de doce años, aficionada a los "haikus" de Bashu, tan convencida de su propia superioridad intelectual sobre sus padres y su hermana como de su inquebrantable vocación de suicida y piromaniaca. Ambas se turnan y se complementan para desmenuzar las miserias intelectuales de las ocho familias burguesas que habitan el nº 7 de la parisina calle Grenelle.

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