Maugham aparece en el libro como un personaje más, que conoce al protagonista y cuenta lo que pasa desde su punto de vista. Ese artificio dota a la narración de un halo de verosimilitud muy conseguido y hace que parezca más real, más natural porque carece de explicaciones y largos diálogos; más bien lo que pasa dentro de los personajes se insinua a partir de sus actos y de los diálogos que mantienen.
Ese estilo indirecto se presta muy bien al desarrollo del tema central del libro: la aventura de alguien que se replantea toda su vida, quién es, de dónde viene y adónde va, que echa a andar sobre el filo de la navaja y se plantea el viejo dilema: ser o no ser. Por otro lado, se nota que el autor es un escritor hecho y derecho, con mucho oficio y una redacción depurada, no muy llamativa, pero bien engrasada, eficiente y bella.