Publicado originalmente en "El País". Aquí tienes el enlace.
Esta es una crónica muy bien hecha de una historia que acabó muy mal. Una mañana cualquiera, Tokio se despertó de su sueño de monotonía urbana con gas sarín amenazando vidas en el metro de la ciudad. La rutina masificada de su underground se rompió ese día fatídico transformándose en muerte, dolor e incomprensión.