Una de las críticas más frecuentes a propósito de la implantación del e-book, además del tacto o la liturgia de pasar las páginas, es el olor que desprende el libro. Un aroma que gana puntos si el libro es viejo.
Dejando a un lado que la crítica huele, nunca mejor dicho, a cierto aire ludita o a falta de imaginación o proyección histórica (es como anhelar el coche de caballos porque el trote de los caballos es relajante, aislando esa propiedad agradable de todos y cada uno de los defectos y propiedades negativas que producía el coche de caballos, lo cierto es que el olor a libro viejo resulta atractivo porque nos recuerda a la vainilla (¿tan difícil es imaginar un ebook que desprenda ese olor para contentar a los románticos?).