En el siglo XXII el planeta ha quedado convertido en jirones de vida, y más allá de dioses, formas de gobierno y el destino ciclotímico, hay algo que se complica y desvela en secreto a todos: “el corazón hambriento”. Incluso a Bruna Husky, la androide detective que sabe qué hacer con sus apetencias sexuales, mientras “la necesidad sentimental la deja desconcertada, reduciéndola a una criatura menesterosa”.
Ahí está el palpitar de la novela de Rosa Montero (Madrid, 1951),