Catástrofe + tiempo = posibilidad de hacer chistes

Timur Vermer lanza en España 'Ha vuelto', un libro donde resucita a Hitler en el mundo actual. En Alemania ha vendido un millón de ejemplares




Timur Vermes es de la opinión de que el ser humano tiene que digerir las catástrofes y el dolor con humor. Con ello justifica haber devuelto a la vida, en un libro, nada menos que al dictador Adolf Hitler, situándolo en la Alemania del año 2011, sesenta y seis años después de su caída, donde acaba convirtiéndose en la estrella de un espectáculo de una cadena de televisión privada y arrastrando de nuevo a las masas.
No pensaba ni por asomo que con “Ha vuelto”, su primera obra, iba a llegar a vender en su país cerca de un millón de ejemplares y que podía distribuirse en 32 países, entre ellos España, porque ya se conformaba con lo que se divirtió escribiéndola, después de haberse dedicado, hasta entonces, a hacer el trabajo a otros escritores.
Durante una conversación con el escritor y periodista Patricio Pron, en la última jornada del Festival Hay de Segovia, Vermes ha negado haber tenido problemas con algunos sectores de la sociedad alemana, como los que padeció Dani Levy con la película My Führer, una sátira sobre el nazismo que recibió numerosas protestas. Para el novel autor quizá no añadió suficiente azúcar, como para ayudar a digerir al espectador.
Es más, considera que, transcurrido el tiempo, toda catástrofe puede ser procesada con humor y aporta los ingredientes para la ecuación que, a juzgar por el éxito, le ha salido perfecta: catástrofe + tiempo = posibilidad de hacer chistes. “No soy médico”, aclara el escritor a este periódico, pero al ser humano le ayuda el humor a digerir algunas cosas que le han producido temor”.
Vermes no oculta que también hay dureza en la obra, en referencia al genocidio o las cámaras de gas, pero se ha preocupado en dejar bien claro que es la postura del dictador, argumentando que “los locos siguen su propia lógica”, mientras sostiene que, cuando uno quiere jugar con un personaje como Hitler, hay que hacerlo bien. De hecho dice que trató de meterse en su piel, en lo que le hubiera gustado, leyó sus discursos, incluso los que pronunció en círculos privados, para terminar trazando un perfil de una especie de tontorrón, al principio, pero que luego desarrolla capacidades que terminan por aterrorizar a la gente.
Al final de la charla, cuando se le pregunta por su posición personal vinculada al fundador del partido nazi, Vermes lo deja claro a EL PAÍS: “Yo no le hubiese elegido y, después de experiencias que hemos tenido, si viese que pudiese ocurrir algo similar, lo único que se podría hacer es huir del país lo antes posible”.
Escribir para otros le ha ayudado a confeccionar esta historia por haber tenido que asumir numerosos estilos y por eso adoptó la perspectiva de suplantar al dictador, en la ficción, trabajo que, cuando comenzaba, solo confesó a su esposa y a un amigo, quienes trataron de disuadirle. La verdad es que, como mucho, dice que pensó en vender en torno a los 70.000 ejemplares, pero se convirtió en objeto de regalo en Alemania y el icono del bigote y la raya en el pelo, que aparece en la portada, fue apareciendo bajo el árbol de Navidad de los hogares del país gobernado por Angela Merkel, e ironiza: “Yo no sé si le recomendaría esto [el libro] a alguien”.
Sorprendido por el imprevisto de superar el umbral del bet seller, lo que le lleva a preguntarse qué echaban de menos los alemanes –cuando en 2000 había escritas 120.000 biografías sobre Hitler, según Pron-, sin encontrar respuesta, bromea con que quizá el libro no guste a las personas políticamente correctas porque temen abrirlo pensando en que van a poder reír y, en otro momento de la conversación con Pron, advierte que ninguna democracia protege del totalitarismo, “todo depende de la aquiescencia del pueblo”.
Timur Vermer trabaja ahora para llevar la obra al cine, rodar una película con este guión, lo que argumenta señalando que hay mucha gente que al final no lee los libros. Tiene la intención de que salga una cinta tremendamente cómica, “pero que la gente sienta un malestar permanente a la hora de verla, que se dé cuenta de que está yendo más allá de lo que quería haber llegado”. Y el ideal para el escritor alemán, “que la gente salga de la película diciendo que le han sometido a una historia que le ha tentado pero sin saber cómo ha ocurrido”. “A ver si funciona…” dice esperanzado el autor de esta revolución literaria.

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