Lo que me interesa es contar historias sobre sentimientos y pensamientos humanos. Pero no quiero que la realidad, las leyes físicas, constituyan un inconveniente. Por eso, si lo exige el desarrollo de la idea, recurro a la imaginación, a los sueños, a la magia, a los dioses. A lo que haga falta para desarrollar el concepto.
Ya he recurrido a los dioses en "Los rostros perdidos". A las hadas y a los fantasmas en "Concierto de violín para un hada triste". A la magia pura y dura en "Santa María del Caribe". Ahora, mi nueva muleta narrativa es la CienciaFicción. Con algo de magia, también.
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