Publicado originalmente por Flor Gragera de León en "El País". Aquí tienes el enlace.
“Los poderes actuales nos insensibilizan por el miedo, que es un arma muy barata ”
Clara Sánchez, Premio Planeta 2013, reivindica en ‘El cielo ha vuelto’ la intuición como conocimiento y la magia como liberación
Melanie Daniels (Tippi Hedren) fuma absorta en sus pensamientos, ajena a lo que sucede a sus espaldas; una bandada de cuervos se va instalando en el parque infantil, acompañada del canto de los niños de la escuela al fondo como siniestra banda sonora. Daniels gira la cabeza en un golpe de intuición hacia el lado equivocado, pero ya existe una doble mirada: la del espectador, que es consciente de la creciente amenaza, y la de la propia protagonista de Los pájaros(Alfred Hitchcock 1963), que aún no sabe. Este juego de planos de información que va creando el suspense fascina a la escritora Clara Sánchez (Guadalajara 1955), que admira al director británico por su manejo “de la intriga cotidiana”, y recuerda esta secuencia para explicar la tensión que forma parte de El cielo ha vuelto, la novela con la que ha ganado el Premio Planeta 2013 y que gira en torno al descubrimiento de la verdad que nos hace personas. Y a las apariencias.
Patricia es una modelo de éxito que recibe un extraño mensaje de una desconocida que responde al nombre de Viviana y que se sienta a su lado en un vuelo de regreso de la India zarandeado por fuertes turbulencias. Hay alguien que desea su muerte. Pero… ¿Cómo es posible esto cuando la realidad parece hecha a su medida? Una serie de incidentes le indicarán a partir de ese momento que hay muchos resquicios es los que no había reparado. La mente de alguien se vuelca poderosa en los infortunios que le acaecen.
Sánchez ha concebido su historia como una novela policiaca en la que no existen un cadáver ni asesinos, en la que los indicios vienen en la forma de elementos tan intangibles como la sospecha y la duda. Si al principio los personajes “son como de una pieza”, después la indagación interior de la protagonista, que rememora miradas o palabras como si fueran pistas de un crimen de las personas más allegadas, los va situando en una dimensión diferente. En ese camino, Sánchez reconoce la influencia de escritores como Patricia Highsmith, Raymond Chandler o Dashiell Hammet, pero con una narración desprovista de sangre, en que la protagonista se erige “en detective de sí misma”. La búsqueda de la verdad y el poder de la mente son marca de las letras de esta escritora que aspira, después de haberse hecho con el Premio Alfaguara de 2000 con Últimas noticias del paraíso y en Nadal de 2010 con Lo que esconde tu nombre , a ser “cada vez más fresca y natural” en su literatura.
La fuente de inspiración para El cielo ha vuelto es conocida, como lo es el hecho de que la escritora hila retazos de la existencia para su literatura. Así, Sánchez reconoce que la protagonista tiene mucho de sí misma, o que la situación que se describe, —una cadena inexplicable de desgracias— fue algo que sucedió en su propia vida. “La sensación de que los demás saben mucho más de mí que yo misma”. La escritora se fijó en los ojos llenos de miedo de una modelo de una revista de moda en una visita a la peluquería. Entonces se percató de la mirada superficial que dirigía a estas personas y, con ello, de cómo nos quedamos a las puertas de la realidad en un mundo como el actual sobrepasado por las imágenes.
“Vemos tragedias constantemente, pero nos perturban cinco minutos como mucho, porque no retenemos. Las condiciones en las que vivimos nos lo impiden…”, explica Sánchez del salto que realizó de la fotografía a su novela.“Uno de los grandes logros de los poderes que nos dominan es el miedo que nos meten en el cuerpo, el límite que nos ponen a empatizar con el prójimo. El miedo es un arma muy barata…”. Un hecho universal que tiene su versión española a la vez. “Este país ha salido de una guerra, y aún mantiene ese germen, ese embrutecimiento que da la penuria…”.
Parte de nuestra brutalidad radica en el hecho de que hemos desterrado la magia de nuestro día a día, por la obsesión, indica la Premio Planeta, “de que todo debe tener un fin práctico”. “Nos olvidamos de que somos algo más que comer, o dormir, o... Hasta en el amor está ese lado, si no terminas en la cama con alguien es un fracaso…”. Clara Sánchez reivindica la importancia de la intuición como forma de conocimiento en su novela y en la vida, y como elemento de su escritura. La magia está presente en El cielo ha vuelto de la mano de Viviana, un personaje que se sirve de peculiares herramientas para ayudar a Patricia, pero, sobre todo, viene representada en lo que tiene de imaginación. “Un resorte liberador al que nos tenemos que aferrar porque nos sentimos más solos que la una”. A diferencia de la religión y, a pesar de que la autora dice que frecuenta las iglesias porque disfruta de su ambiente de recogimiento, a Sánchez le encanta “ese lado pagano de la magia, que da armas para que uno mismo arregle las cosas con sus propias manos, sin esperar que nadie lo haga desde los cielos”.
¿Y haberse convertido en Premio Planeta ? “Me ha llegado en el momento adecuado”, afirma reconociendo que se trata de la distinción de las letras españolas “más polémica y comercial” aunque en su caso se ha recibido “con naturalidad”. “Puedo encajarlo, este premio me favorece para hacer en literatura lo que me marque mi intuición”. Sánchez afirma que jamás la ha empleado como medio para otro fin, pero que tampoco cree a quien asegura “que escribe para sí mismo, sin la preocupación de gustar”. “El rechazo es de una crueldad alucinante y es otro arma de poder…”. Aun así, “en España es más polémico que recibas un premio como este a que alguien esté trincando de las arcas públicas auténticos dinerales. Esto sale del bolsillo de una editorial a la que el autor aporta con sus ventas…”, apunta esta autora que se declara “vocacional”, que ha trabajado para poder escribir, que “jamás” ha recibido una ayuda pública y que se enorgullece de su proyección internacional.
El cielo ha vuelto se pregunta precisamente por el material del que está hecho la felicidad y, a pesar del espacio que reclama para la imaginación, es la capacidad de huir del autoengaño una de las claves que el libro plantea. “Como en las instrucciones que dan las azafatas antes de que comience un vuelo, hay que ponerse uno mismo la mascarilla antes de ayudar a los demás”. Clara Sánchez encarna este movimiento en una joven de la que no quiso reflejar su mundo, en teoría glamuroso, sino la forma en que ella lo vivía, “con las mismas frustraciones e inseguridades que todo el mundo”. “No pensemos que los demás harán por nosotros lo que no hacemos nosotros mismos”. Esto también, señala, sirve para la situación de España. “Hemos tenido una excesiva confianza en los políticos, en los poderes económicos…”.
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