El sábado amaneció nublado, pero para
nosotros no había nubes. Ni el cielo cayendo ni habernos visto obligados
a utilizar piragua para llegar hubiera impedido que acudiéramos a
nuestra cita con uno de los maestros indiscutibles de la literatura
española del siglo XX y del presente siglo XXI con más de 80 obras
escritas en su dilatada carrera, un escritor prolífico como pocos,
Alberto Vazquez Figueroa.
Tuvimos el privilegio y el placer de ser
convocados por ediciones B a un desayuno en su refugio madrileño. El
maestro nos recibió en su despacho, en el alma de su creación; un
maravilloso lugar repleto de recuerdos gráficos, de sus obras en
castellano y en todas aquellas lenguas a las que han sido traducidas,
repleto de objetos maravillosos y con unas envidiables vistas.
Imaginad que vuestros recursos son tan limitados que vivís en una casa en la que no tenéis ni agua ni electricidad, suponed que vuestros vecinos, con más recursos, piensan en ayudaros para evitar que muráis de inanición y visualizad, por último que uno de ellos, con su mejor intención os ofrece un kilo de arroz y otro un kilo de maíz, un kilo de trigo y un kilo de lentejas. Obviamente, agradeceréis su buena voluntad, pero una vez desaparezcan los vecinos y cerrada la puerta de vuestras casas pensareis… ¿Qué hago yo con toda esta comida que no puedo digerir cruda y que no tengo medios para cocinar?. La mayoría de las veces la tiran porque no pueden ni comerla tal cual ni cocinarla y les roban la mitad.
Esto mismo es lo que llevamos décadas
haciendo para justificar que intentamos paliar el hambre en muchas zonas
del planeta, para tranquilizar nuestras conciencias de primer mundo,
sin ser conscientes de que en el desierto no hay agua y no hay fuego.
Camellos, cabras, burros y lagartos lamen
las rocas antes del amanecer puesto que la enorme diferencia de
temperatura entre el día y la noche - en ocasiones de más de treinta
grados- las han cubierto de un rocío que les ayuda a calmar la sed.
Resulta lógico aceptar que uniendo todos
esos elementos- granos tostados antes de ser molidos, metal negro y agua
de rocío - se consigue reducir de forma sustancial, el hambre en los
países del “Sahel”.
Se debe proporcionar a las familias bandejas de metal negro y brillante, con un reborde de no más de dos dedos de ancho.
Y ese reborde debe contar con un único agujero.
Por el día como plancha de cocina que aprovecha la energía solar y dándole la vuelta como horno.
Por las noches actuará como recogedor de rocío.
Este es el resumen de lo que
el autor quiere transmitir, de lo que nos contó en más de dos horas de
charla y de lo que desea que se transmita, que transmitamos todos
aquellos que le escuchamos y le leemos. Es necesario que estas planchas
se fabriquen y se distribuyan y que todos los organismos tanto públicos
como privados se sientan implicados en esta tarea, es necesario que esta
idea llegue a los oídos adecuados. Es una solución factible que
complementaría y rentabilizaría la distribución masiva de alimentos y
que, sin duda, ayudaría a paliar los problemas que se dan en aquella
zona y que son tanto el hambre como los efectos derivados del mismo, la
desnutrición y alta tasa de mortalidad infantil y la inmigración masiva
de los activos de estos países, que sin niños y sin jóvenes, se verían
irremediablemente abocados a desaparecer.
Fueron más de dos horas en las que el autor
nos deleitó con sus conocimientos, salpicando su exposición con
anécdotas personales y salpicando todas sus palabras con el carácter
jovial y cercano que desprende.
Finalizado su relato, que
nos mantuvo prendidos a sus palabras sin remedio, llegó el momento de la
firma de los ejemplares que todos llevamos para la ocasión. Para cada
uno de nosotros elaboró una dedicatoria especial y única, prestándose
durante este momento y a lo largo de toda la mañana, a ser retratado
por, sin exagerar, las cientos de fotos que realizamos para inmortalizar
tan fantástico encuentro.
Nos recibió como un magnifico anfitrión y nos
trató como a amigos antiguos; fue una experiencia única que
recordáremos siempre literaria y personalmente, fue otra de las
maravillosas oportunidades que nos ofrece el club de lectura, la de
conocer y escuchar de primera mano a los autores que conocemos
habitualmente a través del papel.
Gracias a Ediciones B por organizar el evento
y nuestra más sincera gratitud a Alberto Vázquez Figueroa por
brindarnos lo más valioso que existe… el tiempo.
A continuación os dejamos el enlace al
artículo completo que nos facilitó el autor, así como los enlaces de las
crónicas de nuestros compañeros de encuentro. Nuevo Best Seller Español
y Todo Literatura.
Algunas frases de Alberto Vázquez.Figueroa:
<<Hay que hacer algo
por esta gente, ayudarlos en su lugar. Lo primero que hay que hacer es
alimentar al niño desde que nace>>
<<La gente tiene tanta hambre que pierde la necesidad de comer>>
<<El gofio ¡una
solución!, con ello matábamos el hambre de pequeño, pero hay que darlos
algo para que no lo coman en frío y es tan simple…>>
<<Me encanta perder el
tiempo pensando en jilipolleces, lo que he hecho es unir cosas con
lógica y saber que se necesita para aplicar las cosas a la
lógica>>
<<Se puede hacer mucho por muy poco>>
<<A través de las redes se puede implicar a mucha gente, olvidando a los políticos>>
<<Es tan simple que no
se le ha ocurrido a nadie, pero no se puede culpar por ello tampoco a
nadie, se me tenia que ocurrir a mi, porque me crié en el desierto y soy
Canario>>
ALGUNAS FOTOGRAFÍAS DEL ENCUENTRO
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